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Accidentes cardiovasculares: tratamiento, síntomas y Tercera Edad

Por Nicolás Carrasco Stange.- Una enfermedad cardiovascular (ECV) sucede cuando el flujo de sangre se detiene en una determinada parte del cerebro. Si la circulación sanguínea se frena por prolongados segundos, las consecuencias del derrame cerebral pueden causar un daño irreparable, debido a la muerte de un gran número de células.
Estos accidentes se pueden denominar en dos categorías: trombótico y embólico. El primero consiste cuando un coágulo sanguíneo obstruye flujos de sangre a ciertas partes del cerebro. Por otro lado, el segundo es causado cuando el atasco sucede en otro lugar del organismo, generalmente en el corazón.
En Chile, las ECV son la segunda causa de muerte en el país, afectando mayoritariamente a adultos que sobrepasan la edad de 65 años, siendo el primer móvil de difusión entre los años 2000 y 2010.
Sin embargo, el Dr. Esteban Basáez, jefe de neurología de la Clínica las Condes, afirmó en una conversación con CNN que “hemos visto en los últimos años que en la población más joven aumentó la incidencia de los percances cardiovasculares, ya que están tomando hábitos de vida poco saludables”.
Estas emergencias médicas se ven favorecidas debido a dietas grasas, inactividad física, y consumo de tabaco y alcohol.
Los signos y síntomas que se ven envueltos en una enfermedad cardiovascular van desde las dificultades para hablar o entender lo que otros están diciendo; parálisis o entumecimiento de cara, brazo o pierna; problemas para ver en uno o ambos ojos; dolor de cabeza; y problemas para caminar.
En cuanto a los tratamientos, éstos van desde medicamentos de emergencia por vía intravenosa, procedimientos endovasculares, cirugía, extirpación quirúrgica de la malformación arteriovenosa y, por último, rehabilitación intensa desde dietista hasta terapeuta ocupacional.
La prevención para estos accidentes, en especial para los adultos mayores que se ven más afectados y amenazados por estas enfermedades, va desde una mantención de hábitos y estilo de vida saludables, para aumentar la esperanza y calidad de vida. Dejar el tabaco y limitar el alcohol. Y por último, comer sano, hacer ejercicio, evitar grasas saturadas y guiarse por una dieta mediterránea, ya que estas reducen los riesgos de contraer una ECV.

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