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El gran olvido de la infraestructura chilena: Envejecimiento y ciudad

Chile envejece. Y lo hace a una velocidad que ya no permite mirar hacia otro lado. En medio del debate por pensiones, salud y cuidados, una dimensión crítica ha quedado relegada al margen de la conversación pública: la infraestructura. Las calles, los centros de salud, las viviendas, el transporte público, los espacios públicos no fueron diseñados para una sociedad mayor. Y eso está pasando la cuenta.

El Consejo de Políticas de Infraestructura (CPI), a través de su Cuaderno n.º 168, titulado “Envejecimiento poblacional: un desafío mayor para la infraestructura”, ha dado la voz de alerta con argumentos sólidos y propositivos. El documento, publicado en mayo de 2025, constituye un llamado urgente a planificar el país en función de su población real: personas mayores que quieren seguir participando, aportando y viviendo dignamente.

La ciudad excluye

A pesar de los avances en inclusión y accesibilidad, basta recorrer cualquier barrio urbano o rural para darse cuenta: veredas rotas, ausencia de rampas, transporte público con escasa adaptación, plazas sin equipamiento adecuado, edificios sin ascensor. La ciudad se convierte en un obstáculo más que en un espacio de integración.

La falta de infraestructura adaptada no es solo una deuda ética. También es una torpeza económica. El CPI plantea con claridad que invertir en infraestructura inclusiva no solo mejora la calidad de vida de las personas mayores, sino que también impulsa una economía que ya tiene nombre: la economía plateada. Esta comprende servicios, productos y tecnologías orientadas a una población que sigue activa y con poder de consumo. Ignorar este fenómeno es malgastar oportunidades de desarrollo.

Infraestructura para la autonomía

El informe pone sobre la mesa cinco ejes de acción:

  1. Diseño urbano inclusivo: calles, plazas y barrios pensados para todos, incluyendo a quienes tienen movilidad reducida.
  2. Equipamiento social local: centros de día, sedes comunitarias y espacios de encuentro cercanos al hogar.
  3. Salud cercana y especializada: una red de salud que incorpore el enfoque gerontológico desde la atención primaria.
  4. Movilidad adaptada: sistemas de transporte seguros, accesibles, cómodos.
  5. Coordinación transversal: políticas públicas articuladas con datos demográficos y proyección territorial.

Un país que se niega a mirarse

Chile tiene hoy más de 3,5 millones de personas mayores de 60 años. Para 2050, este grupo podría representar casi el 30% de la población. ¿Qué estamos haciendo para que ese futuro sea vivible, justo y activo? La respuesta, hasta ahora, es insuficiente.

Una infraestructura pensada desde la juventud eterna es un espejismo que impide ver la realidad. Como bien señala el CPI, se requiere una nueva política de infraestructura social, que no solo construya edificios, sino que construya vínculos, autonomía y dignidad.

Más allá del cemento: voluntad política

No se trata solo de obras. Se trata de un cambio de paradigma. De entender que cada banco en una plaza, cada escalón, cada semáforo mal sincronizado puede excluir a miles. Y que cada rampa, cada ascensor o ascensor comunitario, cada red de apoyo local puede ser la diferencia entre una vejez activa y una vejez encerrada.

Incorporar esta visión no es un lujo, es una urgencia. Y es una decisión política. Porque una sociedad que envejece no es una sociedad enferma, sino una sociedad que ha vivido. Y tiene derecho a seguir viviendo bien.


📎 Accede aquí al Cuaderno N.º 168 del Consejo de Políticas de Infraestructura

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