Desnutrición en la tercera y cuarta edad: el problema que afecta a muchos adultos mayores
Por María Luisa Gallardo.- En Chile, la mesa del adulto mayor se está quedando sin los nutrientes mínimos para sostener una vida saludable. Aunque pocos hablan de ello, la mala alimentación en la tercera edad es un problema preocupante.
Diversos estudios recientes, han revelado que uno de cada tres adultos mayores está en riesgo de desnutrición, y más del 5% ha pasado un día entero sin comer porque no tuvo los recursos para hacerlo. Este problema no es un fenómeno aislado, sino el resultado de múltiples factores, ya sean económicos, sociales, sensoriales y emocionales, que están convergiendo de manera peligrosa en la vejez.
El costo de la vida es, para gran parte de los mayores, un obstáculo permanente. Datos recopilados por medios nacionales muestran que más del 20% de las personas mayores reconoce que no consume alimentos saludables porque no puede pagarlos, mientras que otro 23% dice que la variedad de su dieta es escasa debido a limitaciones económicas.
No es difícil imaginar qué significa esto en el día a día; menos frutas, menos proteínas, menos platos frescos, pero más té, pan, fideos o sopas instantáneas. Comida que llena pero que no nutre.
La vejez trae consigo modificaciones que afectan directamente la forma de comer:
- Pérdida de piezas dentales.
- Dificultad para masticar.
- Menor percepción del gusto y del olfato.
- Problemas de visión que impiden leer etiquetas o preparar alimentos de forma segura.
La soledad el ingrediente que no alimenta
Comer solo no alimenta igual. Nutricionistas y especialistas coinciden en que la falta de compañía disminuye el apetito, limita la motivación para cocinar y favorece rutinas alimentarias con falta de nutrientes o desordenadas. Muchas personas mayores cuentan que prefieren “algo rápido” cuando no hay nadie con quien compartir la mesa, lo que se traduce en un deterioro progresivo de su estado nutricional.
El Estado cuenta con el Programa de Alimentación Complementaria del Adulto Mayor (PACAM), que entrega cremas y bebidas fortificadas. Sin embargo, más del 60% de quienes tienen 70 años o más no retiran los productos, y una parte importante que sí los recibe reconoce que casi no los consume, ya sea por la falta de información, dificultad para preparar el alimento o el poco sabor que presentan.
Consecuencias de una mala alimentación
La desnutrición en la vejez no es solo “verse más delgado”, sino que trae consigo problemáticas más profundas como:
- Sarcopenia: pérdida de músculo, fuerza y movilidad.
- Aumentar el riesgo de hematomas y lesiones en caídas.
- Demora en la cicatrización de heridas.
- Aumenta la posibilidad de hospitalizaciones más largas.
- Mayor deterioro cognitivo.
- Aumento en el riesgo de mortalidad.
La mala alimentación en la vejez es un problema profundo, complejo y al mismo tiempo, completamente abordable. Implica políticas públicas más sensibles, comunidades más activas y familias más presentes. Pero sobre todo, requiere que dejemos de normalizar que un adulto mayor “coma poco” o que “coma lo que puede”.
En esta etapa de la vida, cada plato importa, cada ración suma y cada gesto de compañía alimenta más que el alimento mismo.


