
Putin y Xi Jinping abordan la longevidad por biotecnología y la expanden incluso a la inmortalidad: Curiosa conversación en Pekín
Un micrófono abierto en Pekín reveló la ensoñación: “trasplantar órganos constantemente” para alcanzar los 150 años de vida. La escena, protagonizada por Vladimir Putin y Xi Jinping en el marco del 80º aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial, rozó lo insólito. Dos líderes septuagenarios fantaseando con una longevidad biológica que ni la ciencia más optimista considera alcanzable hoy.
“Con la ciencia actual no es posible llegar más allá de los 115 años. Jamás se ha superado esa barrera, cuyo récord está en los 122 de Jeanne Louise Calment”, recuerda el catedrático José Viña, director de la primera Cátedra de Gerociencia en Europa. Viña subraya que los trasplantes en cadena no resuelven el deterioro de músculos, huesos ni, sobre todo, del cerebro: “Ese reemplazo es inviable.
Este diálogo tan sutil sobre la longevidad, protagonizado por los dos mandatarios quizá más poderosos del mundo, revela la importancia creciente que está adquiriendo el tema no solo entre la comunidad científica, sino también en el ámbito político y simbólico.
La longevidad, que hasta hace algunas décadas parecía una aspiración exclusiva de la ciencia ficción, ha sido puesta en el centro del debate por voces influyentes como la del filósofo e historiador israelí Yuval Noah Harari, quien advirtió que los avances en biotecnología abren la puerta a escenarios antes impensados, incluso a la eventualidad de la inmortalidad.
Que Xi Jinping y Vladimir Putin se permitan fantasear con estos horizontes refleja hasta qué punto la cuestión de prolongar la vida humana trasciende la esfera médica y se instala como tema global, cargado de implicancias éticas, sociales y políticas
Siguiendo esa ruta, los mandatarios han colocado este tema en la mira tanto de la ciencia como de la opinión pública internacional. Sus palabras, aunque surgidas de manera casi anecdótica, reactivan un debate que involucra a biotecnólogos, filósofos, economistas y a la sociedad en general: ¿qué significaría realmente para la humanidad alargar la vida a los 150 años? ¿Qué consecuencias tendría en la evolución, en la organización social, en las estructuras de poder y en la sostenibilidad del planeta?
A continuación, reproducimos tres artículos de El Mercurio, El País y La Vanguardia, que desde distintas perspectivas —la anécdota política, el análisis científico y la reflexión social— aportan elementos para comprender la magnitud de esta discusión que, de manera cada vez más insistente, interpela el futuro de nuestra especie.
La curiosa conversación sobre inmortalidad entre Putin y Xi Jinping
El Presidente ruso dijo que el trasplante de órganos rejuvenecerá a las personas.
J.P.E. /El Mercurio de Santiago 06/09/25
¿De qué hablan los líderes mundiales cuando creen que nadie más los escucha? Biotecnología, trasplante de órganos e inmortalidad fueron los profundos temas que abordaron Vladimir Putin y Xi Jinping en una curiosa conversación que se filtró por un micrófono abierto, mientras participaban en un desfile militar en la Plaza Tiananmen en China.
Putin, de 73 años de edad y 25 años en el poder en Rusia, y Xi, de 72 años de edad y 13 años al mando de China, parecen compartir el interés por la longevidad, según se desprende de su charla, en la que estaba presente el líder norcoreano, Kim Jong-un, aunque no participó del debate.
“En el pasado, era raro que alguien tuviera más de 70 años, y hoy en día se dice que a los 70 años uno sigue siendo un niño”, le dijo Xi, según su traductor en ruso. “Con el desarrollo de la biotecnología -le respondió Putin, a través de su intérprete al mandarín-habrá constantes trasplantes de órganos humanos, y puede que incluso la gente rejuvenezca a medida que envejece, llegando incluso a alcanzar la inmortalidad”. El Presidente chino le replicó: “Las predicciones indican que, en este siglo, existirá la posibilidad de vivir hasta los 150 años”.
Más tarde, Putin reiteró ante medios rusos sus comentarios. “Los métodos modernos de recuperación, los médicos, incluso los quirúrgicos que se ocupan del reemplazo de órganos, permiten a la humanidad aspirar a que la vida activa dure más tiempo”, señaló.
Putin, quien ideó un cambio de la Constitución rusa que le permitiría gobernar hasta 2036, cuando tendría 83 años, ha demostrado en varias ocasiones que tiene un interés personal por la prolongación de la vida.
“Tecnologías antienvejecimiento”
Según el medio independiente Meduza, en 2024 ordenó que la investigación sobre “tecnologías antienvejecimiento” sea una prioridad científica en el país. Presen-tado como un programa destinado a mejorar la longevidad de todos los rusos, este plan prevé “invertir en tecnologías para prevenir el envejecimiento de las células, en neurociencia y otras innovaciones que alarguen la expectativa de vida”, según explicó la viceprimera ministra Tatiana Golikova. Su principal promotor es el científico Mijail Kovalchuk, quien ha defendido que la ciencia permitirá a la humanidad alcanzar la inmortalidad y colabora con la hija mayor de Putin, María Vorontsova, una endocrinóloga.
Es conocida también la preocupación de Putin por mostrarse fuerte y saludable. “Se toma su salud muy en serio. Se dice que sus médicos personales lo acompa-ñan en la mayoría de sus citas y viajes, y que hay un hospital en Rusia equipado para atenderlo en cualquier momento”, explicó a France 24 Stephen Hall, especia-lista en Rusia de la Universidad de Bath, quien lo vinculó con un factor político: “Está relacionado con su incapacidad para encontrar un posible sucesor”, aseguró.
En el caso de Xi, nunca había hablado sobre sus esperanzas de vivir muchos años, aunque se especula con que quiere seguir mucho tiempo en el poder. “Es nuestra esperanza compartida que los ancianos puedan estar bien cuidados, ser felices y vivir hasta una edad madura con buena salud”, ha dicho el líder chino, quien en el desfile no ocultó su edad y se le vio con algunas canas, lo que no ocurre siempre con los dirigentes chinos, que a veces se tiñen.
The New York Times destacó que los líderes chinos tienen atención médica permanente y suelen ser longevos, como Deng Xiao-ping, quien murió a los 92 años, y su sucesor, Jiang Zemin, a los 96.
La ciencia de la longevidad estudia cómo alargar la vida, pero Putin y Xi difícilmente llegarán a beneficiarse
Pablo Linde/ El País Madrid 04/09/2025
Si el ser humano es capaz de alargar la vida hasta los 150 años, Vladimir Putin y Xi Jinping muy probablemente no sobrevivirán para verlo. Los presidentes de Rusia y China coqueteaban con esta idea, incluso con su inmortalidad, durante los actos en Pekín por el 80º aniversario del final de la II Guerra Mundial. La tesis, que captó un micrófono abierto, se basaba en “trasplantar órganos constantemente” gracias a la biotecnología.
Ni siquiera los más optimistas biotecnólogos apostarían por que dos señores de 72 años romperán con tanta holgura la barrera de la longevidad humana, que está por regla general entre los 110 y los 115 años y cuyo récord se sitúa en los 122, los que vivió la francesa Jeanne Louise Calment. “Aunque no está claro si hay un límite biológico en este punto, lo cierto es que jamás se ha superado, que con la ciencia actual no es posible llegar más allá”, afirma José Viña, catedrático de Fisiología de la Universidad de Valencia, y director de la primera cátedra de Gerociencia en Europa.
La inmortalidad va contra la evolución. Como explican Manel Esteller, Salvador Macip y Noemí Sobregués Arias en el libro El secreto de la vida eterna, tendría poca utilidad a la hora de incrementar la capacidad de una especie para reproducirse y perpetuarse, que al fin y al cabo es lo que busca la selección natural. “Una especie que mantuviera el genoma intacto a lo largo de muchas generaciones estaría condenada a no evolucionar y acabaría extinguiéndose”, sentencian.
El ser humano, sin embargo, lleva décadas desafiando a la evolución. Pero si alguna vez se consigue romper el límite de la longevidad, no parece que los tiros vayan por una especie de trasplante de órganos en cadena.
Asimilar el organismo a un coche cuyo cambio de piezas pueda mantener su funcionamiento indefinidamente es una enorme simplificación. Las células de todo el cuerpo se van deteriorando con el tiempo, a medida que se reproducen, y van perdiendo funciones, haciéndose más débiles, más vulnerables a las enfermedades. Ni aunque se pudieran crear órganos con una genética idéntica a la del receptor que no le generasen rechazo alguno ―cosa que tampoco es posible hoy por hoy―, sería la receta de la inmortalidad. Se deterioran los músculos, los huesos y, sobre todo, el cerebro, cuyo reemplazo es inviable.
“Ni siquiera en animales se ha conseguido aumentar significativamente la vida por medio de trasplantes. No tenemos esta evidencia en ciencia pública. Lo que sí hemos conseguido en modelos animales es alargar un 15% o un 20% la vida sustituyendo genes”, asegura Viña.
Xi y Putin no son los únicos hombres poderosos que fantasean con la inmortalidad. Algunos de los gurús de Silicon Valley están invirtiendo miles de millones de dólares en investigar vías para lograr, si no la vida eterna, sí su prolongación mucho más allá de lo que es ahora biológicamente posible.
Si en un futuro hay alguna revolución gracias a estas inversiones, quién sabe si el ser humano podría dar un salto espectacular en la longevidad. Pero, hoy por hoy, es ciencia ficción.
Lo que es real es que la humanidad ha logrado prolongar la esperanza de vida de forma espectacular en poco más de un siglo. A principios del XX rondaba los 35 años, y hoy supera los 72 de media global. Esto no quiere decir que antiguamente la gente muriera a los 35 como norma general: la cifra está muy condicionada por la altísima mortalidad infantil de la época, que hoy es ínfima. Siempre ha habido ancianos, pero si hace unos siglos eran una rareza, reservada a quienes sorteaban sucesivas enfermedades mortales, en la sociedad moderna llegar a viejo es la norma. En los países más avanzados la esperanza de vida supera los 80 años —en España, roza los 84, una de las más altas del mundo—.
Vida saludable
Serían más realistas Xi y Putin si dedicaran sus esfuerzos a vivir de forma saludable los 10, 20, 30 años que pueden tener por delante. Su plan de longevidad seguramente no pasará por llegar a los 100 años (o a los 150) con serio deterioro cognitivo o en una completa dependencia, que es el estado en el que muchas personas se encuentran a edades avanzadas.
Todos los años que la humanidad ha añadido a la esperanza de vida en las últimas décadas son años de mala salud, explican los autores de El secreto de la vida eterna. “Por ejemplo, un hombre nacido en 2014 vivirá tres años más con enfermedades crónicas que uno nacido en 2006”, aseguran.
La investigación sobre longevidad más verosímil se centra precisamente en aumentar los años de vida sana, y avanza, simplificando mucho, por tres caminos principales: bajar la marcha del metabolismo celular (por ejemplo, con rapamicina o dietas moderadamente hipocalóricas), eliminar células viejas y dañadas que inflaman los tejidos y rejuvenecer de forma controlada las marcas epigenéticas de la edad con reprogramación celular. En animales, estas estrategias alargan vida y, sobre todo, vida saludable. Pero de los modelos animales a las personas hay un enorme salto.
En humanos, aún no hay una píldora antiedad. Existen investigaciones prometedoras, como las de los análogos de rapamicina, que mejoran la respuesta a vacunas en mayores, o ensayos con senolíticos reducen la carga de células senescentes y mejoran la función en enfermedades ligadas a la edad. La reprogramación epigenética es esperanzadora, aunque todavía incipiente y con retos de seguridad.
La forma más realista de conseguir alargar la vida sana no pasa por estos u otros fármacos capaces de estirar los años, sino por llevar un estilo de vida saludable: dieta mediterránea frugal, ejercicio y buen control d
¿Será posible vivir 150 años como dicen Putin y Xi Jinping?
Josep Corbella/ La Vanguardia, Barcelona 07/09/25
“Con los desarrollos de la biotecnología, se pueden trasplantar continuamente órganos humanos y las personas pueden vivir más y más jóvenes, e incluso alcanzar la inmortalidad”, dijo el miércoles Vladimir Putin, presidente de Rusia, en una conversación con su homólogo chino, Xi Jinping, en una conversación captada por un micrófono abierto
“Algunos predicen que en este siglo la humanidad podría vivir hasta 150 años”, contestó Xi, quien añadió que “en el pasado la gente raramente llegaba a los 70 años; hoy, a los 70, aún eres un niño”. En una rueda de prensa posterior, Putin insistió en que “los métodos modernos de mejorar la salud, incluidas diferentes cirugías de sustitución de órganos, permiten a la humanidad esperar que la esperanza de vida aumente significativamente”.
Tanto Putin como Xi tienen ahora 72 años.
Especialistas en la ciencia de la longevidad consultados por La Vanguardia consideran que es posible que la extensión máxima de la vida humana se alargue en las próximas décadas. Pero no hay garantías de que se consiga un aumento significativo de la longevidad y, en caso de que se logre, los resultados difícilmente llegarán a tiempo para que Putin y Xi se beneficien de ellos.
“Aún no comprendemos lo suficiente la biología del envejecimiento”, advierte Rafael de Cabo, director del departamento de Gerontología Traslacional del Instituto Nacional de Envejecimiento de EE.UU. y referente mundial en este campo de investigación.
Experimentos en animales: es posible alargar la vida
En algunos animales ya se ha alargado la vida en experimentos de laboratorio. Los resultados más notables se han obtenido con gusanos de la especie C. elegans , que habitualmente viven entre dos y tres semanas y que en algunos experimentos han vivido hasta 200 días, diez veces más.
En moscas drosófilas, la longevidad se ha llegado a triplicar, de los 70 días habituales a 210.
En vertebrados los resultados han sido más modestos, con aumentos de longevidad de alrededor del 40% en peces cebra y en ratones, aunque con efectos dispares según los linajes de ratón. Todos ellos son animales utilizados habitualmente en experimentos en laboratorio.
Si bien estos resultados demuestran que es posible modificar la longevidad para la que está programada cada especie, no está claro cómo se podría hacer en la práctica, ni con qué resultados, para otras especies. El Dog Aging Project (Proyecto de Envejecimiento Canino), iniciado en 2022 para ver si se puede mejorar y alargar la vida de los perros con un fármaco, no ha presentado resultados por ahora.
“Los modelos animales son excelentes para comprender cómo funciona la biología y para generar hipótesis, pero hay una distancia insalvable entre los resultados en modelos animales y los resultados en personas”, advierte Nick Stroustup, especialista en biología del envejecimiento del Centre de Regulació Genòmica en Barcelona que trabaja con gusanos C. elegans .
Restricción calórica: una estrategia poco apetecible
“Se están investigando dos estrategias para alargar la vida”, explica Alejo Rodríguez-Fraticelli, del Institut de Recerca Biomèdica (IRB Barcelona). “Una consiste en retrasar el envejecimiento lo máximo posible; la otra, en terapias de reemplazo para sustituir componentes dañados del organismo”.
Dentro de las intervenciones para retrasar el envejecimiento, se ha conseguido alargar la vida de animales con restricción calórica, que consiste en reducir drásticamente la ingesta de alimentos controlando bien lo que se come para no caer en la desnutrición. Con ello se consigue que el cuerpo funcione al ralentí, modificando el metabolismo de manera similar a la hibernación de algunos animales (concretamente, inhibiendo las proteínas IGF-1 y mTOR, que contribuyen a acelerar el envejecimiento; y activando la proteína AMPK, que contribuye a frenarlo).
Pero la restricción calórica es poco apetecible para las personas y no está exenta de riesgos. “Hay una línea muy fina entre la restricción calórica y la anorexia, que es una enfermedad grave”, advierte Nick Stroustup. “Dudo que haya un margen de seguridad suficiente entre restricción calórica y anorexia” para aumentar la longevidad con esta intervención
Fármacos rejuvenecedores: sin ensayos clínicos
Como alternativa a la restricción calórica, se están investigando fármacos que provoquen los mismos efectos beneficiosos en el cuerpo y no tengan sus efectos perjudiciales.
Los dos principales candidatos en este momento son la rapamicina, que bloquea la proteína mTOR, y la metformina, que activa la AMPK. Ambos fármacos están ya aprobados para otras indicaciones. Pero, como ocurre con cualquier medicamento, pueden tener efectos secundarios y, a día de hoy, ningún ensayo clínico ha demostrado que puedan alargar la vida en personas sanas.
También se están investigando fármacos senolíticos para eliminar las células senescentes del organismo. Dado que estas células que se acumulan con la edad son perjudiciales, se espera que eliminarlas sea beneficioso. Pero falta demostrar que eliminar las células senescentes sea suficiente para aumentar la longevidad, ya que el envejecimiento parece tener múltiples causas y es posible que no baste con actuar solo sobre una de ellas.
Otros candidatos de cara al futuro son los nuevos fármacos contra la diabetes y la obesidad como la semaglutida (el popular Ozempic) o la tirzepatida. “Tienen un gran efecto sobre parámetros relacionados con el envejecimiento”, como el metabolismo de la insulina, apunta Alejo Rodríguez-Fraticelli, del IRB Barcelona. Pero, al igual que ocurre con la rapamicina, la metformina y los senolíticos, no está demostrado que tengan utilidad para aumentar la longevidad, ni que sus beneficios superen a los riesgos, en personas sanas.
Trasplantes: lo que Putin no ha entendido
A falta de tratamientos eficaces para frenar el envejecimiento, se buscan terapias para sustituir componentes dañados del organismo. A estas terapias pareció referirse Vladimir Putin el miércoles cuando habló de “trasplantar continuamente órganos humanos” gracias a “los desarrollos de la biotecnología”.
Según esta visión, se podrían producir órganos en laboratorio, lo que resolvería el actual déficit de órganos y permitiría realizar trasplantes no solo a personas enfermas sino también a personas sanas.
Si, además, los órganos se produjeran de manera que fueran compatibles para cada persona, se evitaría tener que tomar fármacos inmunosupresores toda la vida como ocurre ahora tras un trasplante.
Pero “cualquier sustitución de un órgano es una intervención quirúrgica mayor con riesgos importantes, especialmente en personas de edad avanzada; no tenemos garantías de que después la persona vaya a estar mejor que si no se hubiera hecho el trasplante”, advierte Nick Stroustup, del CRG.
Otra limitación es que hoy en día no se sabe cómo obtener órganos funcionales aptos para trasplantes en laboratorio. Los organoides que se están produciendo a partir de células madre no tienen la complejidad de los órganos humanos, con su enorme diversidad de células, y no podrían sustituirlos. Es posible que en un futuro puedan hacerlo, pero no será pronto, señala Rodríguez-Fraticelli.
Incluso si algún día se consigue, “no sabemos si sustituir los órganos tendrá alguna eficacia para alargar la vida” ya que el envejecimiento afecta al conjunto del organismo, no solo a órganos individuales, añade Stroustup. Es comparable a lo que ocurre con un coche viejo, donde sustituir las piezas que se estropean no evita que siga siendo viejo y tenga más averías.
Sangre joven: sin pruebas de eficacia
Si el envejecimiento es un fenómeno sistémico que afecta a todo el cuerpo, la terapia de reemplazo completa debería incluir la sangre. Los experimentos de parabiosis, en que se conectan los sistemas circulatorios de dos animales, han demostrado que la sangre de ratones jóvenes mejora las funciones cognitivas, la fuerza muscular y la regeneración del hígado de ratones ancianos, que pueden vivir alrededor de un 10% más.
Estos experimentos indican que la sangre de ratones jóvenes tiene algún componente rejuvenecedor y/o que la de ratones ancianos tiene componentes envejecedores. En la década pasada algunas empresas empezaron a ofrecer transfusiones de sangre joven en Estados Unidos. Pero aún nadie ha conseguido averiguar cuáles son los componentes rejuvenecedores que puede haber en la sangre de animales jóvenes. La Agencia de Alimentos y Fármacos (FDA) de EE.UU. emitió un comunicado en 2024 para advertir que “el plasma joven no está aprobado para tratar ninguna patología ni para mejorar la salud y el bienestar” y que “la agencia no tiene conocimiento de ninguna evidencia clínica a favor de la eficacia de estos tratamientos”.
Cuánto se podrá vivir: el límite está en unos 115 años
Si a día de hoy no es posible aumentar la longevidad humana, ¿cómo explicar que la gente cada vez viva más? Hay una confusión entre esperanza de vida y longevidad máxima, aclara Stroustup. La esperanza de vida ha aumentado porque se ha reducido la mortalidad prematura, sobre todo la infantil. Pero la longevidad máxima de la especie humana no ha aumentado. Está estancada en torno a los 115 años para las personas más ancianas, con un récord de 122 años para la francesa Jeanne Calment.
“Vamos hacia una mayor calidad de vida a edades avanzadas y cada vez habrá más personas que llegarán a centenarias con buena capacidad funcional”, señala Rafael de Cabo. “Con esto probablemente se conseguirá extender la longevidad máxima tal vez uno o dos o tres años, no mucho más. A día de hoy no hay nada que haga pensar que se pueda extender varias décadas”.
Sobre la perspectiva de Putin y Xi de llegar a los 150 años, Nick Stroustup señala que “me ha hecho gracia, me gusta la ciencia-ficción”.
Para Rodríguez-Fraticelli, que ha demostrado en una investigación publicada este año en Nature que a los 60 años todo el mundo tiene la sangre envejecida, “si Xi y Putin piensan que podrán vivir 150 años con la edad que tienen ahora, es que han malinterpretado las evidencias”. Para el investigador, “se han hecho avances importantes en la ciencia de la longevidad y no se puede descartar que en un futuro algunas personas lleguen a vivir 150 años, pero Xi y Putin no llegarán a verlo”.
